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Complejo Residencial en Gloria Diagonal


Complejo Residencial en Gloria Diagonal

Respondiendo a la singular posición de la propuesta, y ateniendo a las condiciones volumétricas y normativas, los dos volúmenes del proyecto generan una nueva referencia urbana y marcan la llegada de la Av. Diagonal a la plaza de la Glorias.

La propuesta sitúa el acceso entre ambos edificios, una entrada singular a doble espacio que actúa como vacío articulador, da la bienvenida al edificio y favorece la transición entre el espacio público y la vivienda.

A partir de los valores clásicos de composición y lenguaje arquitectónico, se propone un edificio con un basamento, un fuste y un coronamiento que permite estructurar el arranque del edificio y el coronamiento superior de los volúmenes. Esta agrupación también refleja los usos y diferentes niveles de privacidad del edificio.

  • El basamento define un zócalo de igual altura en toda la propuesta, articulado desde el plano del suelo a través del espacio público. Los espacios destinados al acceso y actividades económicas se relacionan con el espacio público y los usos colectivos se vinculan a las viviendas de los niveles superiores.
  • El fuste, destinado al uso residencial, es el cuerpo central que dialoga entre el basamento y el coronamiento. En éste, se prevé una doble piel que genera un espacio intermedio propio de la cultura vernácula mediterránea. Esta piel exterior, a su vez, queda agrupada mediante módulos a doble altura, que eliminan la estratificación propia de los edificios residenciales en altura, consiguiendo que el lenguaje de la envolvente se reconozca la escala urbana del entorno inmediato.
  • En el capitel o coronamiento, los últimos niveles y pérgola configuran el remate superior mediante la prolongación de la fachada, con huecos a doble altura. Esta composición proyecta la imagen de un edificio de referencia.

La envolvente del edificio se divide en dos pieles, generando así un espacio intermedio entre el exterior y el interior que, a modo de filtro y membrana, protege los espacios interiores y tamizan las condiciones ambientales exteriores. La piel exterior, formada por porticones lamados móviles, permite adaptar el edificio a las condiciones ambientales exteriores y asegura la protección visual entre diferentes unidades, controlando al mismo tiempo la domesticidad del edificio desde el espacio público. La piel interior, en cambio es la que configura el cerramiento del edificio y garantiza el aislamiento acústico, térmico y la estanquidad de la envolvente.

Esta estrategia de separar ambas pieles asegura la compatibilidad y flexibilidad entre el esquema formal de la fachada modulada y las diferentes soluciones tipológicas. Es decir, es la piel interior la que pude adaptar la posición de las aperturas según la tipología de la planta sin interferir en la piel exterior que, separada y modulada, garantiza una composición arquitectónica global.

Las terrazas, situadas entre ambas pieles, son una extensión de la vivienda interior y ofrecen un espacio flexible, climáticamente controlable y al amparo de las visuales exteriores. Asimismo, la composición de fachada permite que éstas no tengan particiones entre unidades residenciales y que se resuelva mediante la misma piel exterior la protección frente promiscuidad de visuales. Los porticones lamados, colocados en la misma dirección, permiten que las terrazas siempre estén protegidas de visuales ajenas dejando a la vez la esquina opuesta abierta a las vistas de la ciudad.



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