Bodega Frontaura
Bodega Frontaura
El proyecto se desarrolla en un único edificio dividido en tres naves bien diferenciadas según las exigencias del proceso de producción del vino.
Atendiendo al programa funcional en el edificio de la bodega conviven dos espacios diferentes según su uso; la bodega en sí, donde se lleva a cabo la elaboración del vino y los procesos posteriores hasta su comercialización y el edificio social.
Con la idea de aprovechar el concepto de gravedad en la producción del vino, el edifico de la bodega se plantea semienterrado. En la cota bajo rasante, se distinguen tres naves asociadas cada una a una fase determinada de la producción, siendo las dos extremas de doble altura casi en su totalidad.
Así, en el extremo más noroccidental, tienen lugar los procesos que abarcan desde la recepción de la uva, hasta su fermentación en los depósitos de acero y madera necesarios para la elaboración de setecientos mil kilos de uva.
En la nave intermedia se disponen las barricas y en la tercera nave tiene lugar el proceso de embotellado, almacenaje de hasta un millón de botellas, y expedición.
El edificio social se desarrolla íntegramente en planta baja, mayoritariamente en la nave central. Dispone de una sala de reuniones, oficinas y laboratorio, para uso del personal de la bodega, enoteca, un gran vestíbulo donde poder realizar pequeñas recepciones o actividades de diversa índole relacionadas con el mundo del vino. El acceso a este vestíbulo se realiza a través de un patio cubierto, que a su vez se convierte en un excelente espacio para eventos al aire libre.
El edificio es accesible a dos niveles. A nivel de planta sótano, para todo lo relacionado con el funcionamiento de la bodega y sus instalaciones y a nivel de planta baja, para recepción tanto de la uva como de los visitantes, preservando la independencia de ambas circulaciones sin estorbarse mutuamente.
La ondulación y los colores del paisaje castellano subyacen en la génesis del proyecto.
La cubierta acapara toda la potencia expresiva del edificio. Sus lucernarios, dorados y plateados, reinterpretan esa ondulación del paisaje, y, sin desatender a su función, crecen en aquellos puntos de la bodega donde la demanda de luz es mayor. Su materialidad recrea el dorado estival de la meseta castellana en su recubrimiento color oro y el grisáceo plomizo del cielo invernal en el plateado. De esta manera, el clima continental extremo de la zona que da una calidad excepcional a la uva y es primordial para la elaboración de buenos vinos participa en el proceso proyectual.
Su orientación prácticamente norte, permite dotar al edificio de una luz homogénea idónea para el trabajo. Las zonas donde la entrada de luz debe ser restringida se sitúan estratégicamente, como los jaulones donde duermen las botellas, o las barricas, donde la luz se atenúa.
Son las vides, con su disposición lineal Norte-Sur, para aprovechar el soleamiento, las que nos introducen en el edificio.
Una vez dentro, el vestíbulo actúa como espacio nuclear de todo el proceso. Se establece un continuo contacto visual con las diferentes fases de producción; los depósitos de acero inoxidable, o los grandes depósitos de madera, donde se produce la fermentación del vino, las barricas, que se dejan entrever por el hueco de la escalera central que nos conducirá hasta ellas, hasta un espacio abovedado de menor altura, mucho más íntimo, y, finalmente, la embotelladora, que culmina este proceso.
Las fachadas de la bodega continúan con la geometría triangular y el juego cromático establecido por la cubierta. Allí donde se sitúa la zona de exposición y catas, el muro inferior, desaparece, creando un gran ventanal que nos permite disfrutar del mar de viñas. Donde el muro continúa siéndolo, la vegetación lo invadirá produciendo la sensación de que oro y plata, flotan sobre las vides.
Exposiciones
2012
- “OAB - OFFICE OF ARCHITECTURE IN BARCELONA”. Hall of the UEM. Madrid.
2011
- "ZAXXI. ARQUITECTURA ZAMORANA DEL S. XXI". Iglesia de la Encarnación de Zamora.